viernes, abril 01, 2005

Aquí cuándo?

El 2 de abril, movilizaciones en toda Europa a favor de los inmigrantes

El derecho a quedarse

Matteo Dean y Vittorio Sergi

El continente europeo está lleno de centros de detención de inmigrantes,
pues aunque el viejo continente requiere de mano de obra
los gobiernos buscan también contener el río humano que llega de sus vecinos pobres o en guerra.
Una alianza transeuropea realizará movilizaciones en varias ciudades el próximo 2 de abril,
con banderas que aquí suenan conocidas: por la libertad de movimiento,
el derecho a permanecer y la regularización sin condiciones
Europa vive hoy un fuerte conflicto social alrededor de las migraciones.
Su posición geográfica hace de su territorio una extensa frontera con muchas de las áreas más pobres y conflictivas del mundo:
África, Medio Oriente y la parte oriental de Europa.
Su geografía es también su historia, una tensión continua entre apertura,
contaminación cultural, cosmopolitismo y fuertes conflictos de identidad, fronteras internas, centros de detención y hasta exterminio de los diferentes.
Ilegal africano detenido en uno de los Centros de Permanencia Temporal en Malta/Fotografías:
ReutersAl mismo tiempo, desde la puesta en práctica de las políticas neoliberales en el marco de la construcción de la Unión Europea, se asiste a una multiplicación de las fronteras,
físicas y legales, contra la libre circulación de personas opuesta a la libre circulación de mercancías.
El área Schengen es un punto fundamental para entender la política migratoria de lo que ahora conocemos como Unión Europea,
esa entidad ya no sólo económica, sino también política y social,
que se conformó de manera institucional con el Tratado de Maastricht.
El área Schengen ha representado y representa, sin embargo,
una arma de doble filo:
si por un lado caen las fronteras internas de la unión (aunque cada Estado tiene derecho a cerrar sus fronteras por razones de seguridad),
por el otro, a partir de los noventa, se levanta una impenetrable frontera externa.
Muchos dirán que se cayó el muro de Berlín,
pero se levantó el europeo, el llamado "cuartel Europa".
La caída del muro de Berlín, en efecto, ha provocado,
junto a otros eventos geopolíticos relevantes en esa década ­como la guerra en Yugoslavia y la desestabilización en Medio Oriente­,
una ola migratoria hacia Europa que no había tenido precedentes1.
Esto ha tenido diversas consecuencias.
Primero que nada ha puesto en crisis la Convención de Ginebra sobre refugiados.
Pensada para los pocos afortunados que lograban brincar la Cortina de Hierro,
la Convención ha sido insuficiente para enfrentar la ola masiva de demandas de asilo político y refugio.
En segundo lugar, la adopción de una política migratoria común,
resultado natural de la integración europea, aunque en el papel haya sido ratificada,
todavía no ha encontrado caminos factibles de realización, debido a las diferentes exigencias de cada país.
Basta pensar en los países del Mediterráneo,
más afectados por estas olas migratorias.
En fin, la crisis provocada por la total falta de preparación de los países europeos para vivir la etapa posterior al cambio de equilibrio planetario.
Europa, en pocos años, se ha convertido en punto de referencia económico y político.
Acostumbrada a ser más bien contrapeso a la enorme presión del bloque socialista,
en pocos años, desde la caída y la desaparición de éste,
se ha vuelto polo atractivo para todos aquellos que de una día a otro han visto sus vidas empobrecidas y sin perspectivas.
Cuando dos vecinos viven presumiendo la riqueza y la cordura y de repente uno de los dos pierde todo,
es obvio que el que se ha quedado sin nada busque y mire al otro.
Y cuando esto pasa, cuando el que se ha quedado rico de una día a otro se ve rodeado por gente hambrienta,
la reacción puede ser de dos tipos:
abrir la puerta de su casa y acoger de la mejor manera a los nuevos huéspedes, o,
al contrario, encerrarse en su casa a gozar de su propia riqueza.
Algo así ha pasado en Europa. En sus territorios no hay fronteras,
pero hacia el exterior se ha levantado el nuevo muro del siglo XXI.
Mas allá de razones sociológicas y filosóficas,
ligadas sobre todo a un fuerte egoísmo de identidad,
las razones de tal elección política puede buscarse en las cuestiones económicas.
Europa ha visto abrirse la puerta de su casa a un nuevo mercado,
pero éste ha ido acompañado del crecimiento asombroso de una nueva,
barata y políticamente desorientada mano de obra.

Tomado de La Jornada.

No hay comentarios.: